Actualmente en Venezuela alimentarse pasó a ser una aspiración y dejó de ser un derecho humano reconocido como tal por la legislación internacional. Muy a pesar que la Constitución, en su artículo 305, establece la obligación del estado a garantizar el ejercicio de este derecho, definiendo la producción de alimentos como asunto de interés nacional, es decir, de orden público, la verdad es que la población venezolana y dentro de ella, sus educadores, estamos pasando hambre.
Estamos sufriendo un grave déficit nutricional, como dicen los técnicos. Las causas son múltiples y entre ellas resaltan: no contar con salarios suficientes para adquirir los alimentos, cuyos precios están por las nubes; el impacto de la inflación en los productos alimenticios; el desabastecimiento; las expropiaciones, confiscación e invasión de tierras y fincas de producción de alimentos que luego van a la quiebra, para que finalmente se importe casi todo lo que consumimos y que por lo general son productos de mala calidad.
Tiene su causa estructural esta crisis alimentaria en el modelo económico que ha llevado a la destrucción del aparato productivo nacional,  que favorece a la nueva clase social burguesa chavista dedicada al negocio de la importación de alimentos, contando para ello con dólares preferenciales que otorga el Estado y que a través de PDVSA fluyen sin control de institución alguna. Así se genera todo un aparato de corrupción que desangra las arcas de los recursos de todos los venezolanos.
Decimos esto porque es necesario que ubiquemos el origen del problema alimentario y cómo nos afecta. Para que veamos que la solución a este grave problema, que ya pasó a la categoría de flagelo al llevar implícito el hambre que merma la calidad de vida y la salud de toda la población, en especial sus niños y ancianos, no puede ni va a ser una bolsa de comida.
El gobierno nacional, a través del Ministerio de Educación, se comprometió en el recién firmado Contrato Colectivo (Cláusula 40) a la implementación de unos operativos para que los trabajadores de la educación adquiramos algunos pocos alimentos básicos, cuestión que mantiene en ascuas y molestos a los educadores venezolanos al tener que lidiar con humillantes procedimientos proselitistas e intentos de partidizar un derecho humano por parte de funcionarios, activistas y sindicalistas oficialistas inescrupulosos.
Todos los trabajadores tenemos derecho a alimentarnos con dignidad. Como la política económica del gobierno ha llevado a que Venezuela no sea productora de sus propios alimentos, el estado debe garantizar que podamos adquirirlos. Para ello necesitamos un salario suficiente, que permita acceder a todos los alimentos en cantidad y calidad, y mantenernos así con buena salud y vida. El derecho a alimentarnos adecuadamente se ejerce cuando se tiene:
“acceso, de manera regular, permanente, y libre, sea directamente, sea mediante compra por dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población (…) y garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna”, tal y como lo ha dicho en sus informes el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la FAO.
Este gobierno y su concepción de humillar a la sociedad y sus educadores, pretendiendo imponer supuestas soluciones a una grave crisis económica que él mismo  ha generado, no va a resolverla con una bolsa de comida, con un operativo improvisado, ni con la venta productos alimenticios sin las garantías que conlleva el derecho humano a la adquisición de alimentos. Estas medidas y operativos se  hacen en medio de un proselitismo político partidista inaceptable y vergonzoso.

El problema es que no hay comida para llenar esas bolsas y hay que resolver lo fundamental: la producción de alimentos a través de la reactivación del aparato productivo del país. Sin esto no habrá garantías ni siquiera para la permanencia de estos operativos o programas contingentes. Por cierto, no ha dicho aún el MPPE que realizará descuentos por nómina de esas bolsas de comida que entregarán ,y conociendo su práctica y su incapacidad, esos descuentos se seguirán haciendo aunque el trabajador no reciba la bolsa de comida.
La gravedad de la crisis es inocultable. De programas sociales (mercales, Abastos Bicentenario, Pdvales, etc.) ya van por operativos de bolsas de comida. Es la única manera como pretenden enfrentar una crisis de esta envergadura. Y es por ello que esta crisis económica y de abastecimiento de alimentos solo será resuelta con el cambio de este gobierno que nos seguirá empobreciendo. La vía del referéndum revocatorio está en marcha y los educadores y demás trabajadores debemos activarnos para contribuir a la solución de esta situación.
No tenemos otra opción que luchar para mejorar nuestras actuales condiciones  de vida y de trabajo, luchando con dignidad por nuestros derechos y reivindicaciones laborales, pero tambien y simultáneamente por un verdadero cambio político en nuestro país, creciendo en conciencia para demostrar que en el magisterio venezolano hay reservas morales con las que el pueblo puede contar para alcanzar este cambio necesario y urgente que nos merecemos todos.
¡Por la defensa del salario que dignifique al docente y sus familiares!
¡Por la educación democrática, científica y popular, revoquemos el desastre!
Dirección Nacional del 
Movimiento de Educadores Simón Rodríguez

2 COMMENTS

  1. Mas allá de lo que acontece con estas bolsas de comida. Es importante hacer ver que hemos venido cediendo parte de nuestros salarios al convertilrlo en bonos. Es decir el ticket de alimentación. El bono se transporte, el de ruralidd y hasta el coato del aubsidio a la bolsa de alimentos debian ser parte del salario. De esta manera generarían un buen impacto en las mermadas prestaciones sociales. Observen que la suma de estas bonificaciones representan facilmente el 50 % del ingreso de un maestro y siendo parte del salario incluso mejoraria las bonificaciones por vacaciones y fin de año.

  2. Mas allá de lo que acontece con estas bolsas de comida. Es importante hacer ver que hemos venido cediendo parte de nuestros salarios al convertilrlo en bonos. Es decir el ticket de alimentación. El bono se transporte, el de ruralidd y hasta el coato del aubsidio a la bolsa de alimentos debian ser parte del salario. De esta manera generarían un buen impacto en las mermadas prestaciones sociales. Observen que la suma de estas bonificaciones representan facilmente el 50 % del ingreso de un maestro y siendo parte del salario incluso mejoraria las bonificaciones por vacaciones y fin de año.

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