La proximidad de un evento electoral, en este caso las primarias de la oposición,  propiciadas por el anuncio de la eventual realización de las elecciones regionales para este año (al parecer octubre), ha puesto en el debate el tema acerca de la utilidad del voto en la Venezuela actual, especialmente luego de más de cuatro meses de intensa batalla en la calle en contra de la dictadura que dejó un saldo de más de 120 asesinados, centenares de heridos y miles de detenidos (muchos de los cuales se han convertido en presos políticos) de un régimen que perdió todo vestigio de humanidad y de respeto por los derechos humanos.

Frente a diferentes requerimientos, opiniones, comentarios, he sostenido y lo reivindico, que a regímenes de esta naturaleza se les confronta en todos los terrenos, por muy difícil que ello sea. Todos los métodos y formas de lucha sirven en la dirección de propiciar el cambio político y de favorecer la urgente reconstrucción nacional, por ejemplo las protagonizadas por el pueblo en el marco de la rebelión democrática de este año y las elecciones. Todas son validas y deben emplearse sin complejos.

El asunto está en que ellas deben ser el resultado de una estrategia unitaria cuyo desarrollo apunte en la dirección de un único propósito; salir del régimen. Y esto sigue siendo una tarea pendiente. Por duro que pueda parecer, aun a esta altura de la lucha política venezolana, la oposición en su conjunto carece de una estrategia unitaria que, anteponiendo el interés nacional, el interés de las mayorías, frente a cualquier interés subalterno, propicie la derrota del régimen.

No obstante la consideración anterior, el debate acerca de la definición de una estrategia unitaria, de una nueva unidad, de un programa de reconstrucción y de un plan de luchas, hay que darlo en el marco de las luchas, de las contradicciones que se libran. No se vale pedir taima para repensar el asunto, sino que al calor de los acontecimientos hay que ir dando respuestas que permitan convertir a la mayoría que hoy aborrece a la dictadura, en fuerza indetenible de cambio. Respuesta que no debe ser el resultado de la improvisación, sino de la concienzuda consideración de la naturaleza del régimen y de los escenarios de lucha que, atendiendo a las tendencias que se avizoran, hay que detener definidas.

Conocedor de estas debilidades en el seno de la oposición venezolana, el régimen no dudo en lanzar el caramelo de las regionales para que la división reinara, como en efecto ha ocurrido, en medio del escepticismo provocado por la elección de la fraudulenta ANC, del desconcierto por la inacción posterior a la consulta popular, del enfriamiento de la calle, así como del privilegiado interés de muchos de los partidos de la MUD por ocupar espacios de poder en gobernaciones y legislaturas.

No se trata tan solo la división en la MUD, con discursos y consideraciones en torno a la  dictadura que van desde su enfrentamiento hasta la sumisión frente a ella según el candidato que sea, sino la de quienes desde el chavismo critico creen, erróneamente, que es momento de levantar una tercera vía, y particularmente la de diversos factores de resistencia o radicalizados que, con razón y sin nada que tenga que ver con el G2, confrontan a los primeros y llaman a la abstención pero sin organización ni fuerza para hacer de ello una iniciativa que debilite al régimen.

Aun con todas las debilidades no me queda ninguna duda de que lo acertado es participar, más que por un asunto nada desdeñable como ese de preservar o ganar espacios, por la contrariedad que genera en el régimen tal decisión, en tanto se verá forzado a seguir apelando a medidas coercitivas, represivas y temerarias para lograr hacerse de la victoria, en primera instancia (tarea en la cual la abstención ayuda bastante) o a apresar, inhabilitar o desconocer a eventuales gobernadores del campo democrático, acciones todas que ayudan a la deslegitimación del régimen en buena parte del mundo, ampliando las posibilidades de que el descontento popular, que no dudo emergerá con fuerza nuevamente, encuentre mejores condiciones para la salida de este régimen.

Participar y sacar victorias, por pequeñas que sean en un régimen de esta naturaleza es un acto subversivo, de irreverencia, de resistencia, especialmente si se hace conciencia acerca de la urgencia de acordarnos en torno a una nueva unidad, una estrategia unitaria, un programa de reconstrucción y un plan de luchas, y se actúa en consecuencia. Si el mensaje que se transmite luego de las primarias considera esto, reivindicando la urgente necesidad de salir del régimen, estarían creándose condiciones para que pueda edificarse una gran victoria que moralice al pueblo venezolano, reivindicando sus esperanzas de cambio en lo inmediato.

Quien crea que su propuesta de gobierno regional tendrá viabilidad en el marco de este régimen, no solo se engaña, sino que engaña a sus electores. Más que mayordomos se requiere de líderes que asuman el histórico compromiso de construir una nueva Venezuela, sin dilación alguna, desde sus espacios, uniendo con la mayor amplitud posible a la diversidad opositora, y en ello la escogencia del candidato a gobernador comprometido con ello es vital.

Votar no le resta nada en su derecho y deber de mantener una posición crítica frente a la MUD. No votar es también su derecho, solo que su ejercicio hoy día favorece a la dictadura de la que desea salir. Pero, de todos necesitamos en esta histórica tarea de reconstruir  Venezuela y a ello apuesto.

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