Bandera Roja es un partido comunista, que tiene una herramienta de análisis: el marxismo-leninismo. Esta se convierte en una guía para la acción. Bandera Roja tiene como objetivo hacer la revolución. El carácter de esa revolución es socialista. Pero no se queda ahí. Va más allá. Concibe al Socialismo como una etapa de transición hacia el comunismo en el mundo, donde no haya clases sociales, ni estado, ni explotación del hombre por el hombre. Busca Bandera Roja construir una sociedad de «productores libres asociados», como planteó Marx en el Manifiesto Comunista. Bandera Roja se ha propuesto desde su fundación construir un nuevo poder, que es distinto a «tomar el poder». Por eso rechazamos la tesis de la fracción (convertida hoy en agente del revisionismo chavista) que habla de tomar «cuotas de poder» para «paulatinamente» tomar el poder. Esa concepción, a todas luces errónea desde el punto de vista marxista, ha estado enquistándose en BR, en algunos cuadros y militantes. En unos más rápido que otros. Pero en el fondo esa concepción es la forma como la ideología burguesa penetra organizaciones como la nuestra.

‎Voy a corregirme. Lo de las cuotas de poder no es la única forma como penetra la ideología burguesa en nuestra organización. Existen otras formas y tienen que ver con valores, con principios. Porque BR es también una cultura, una forma de vida, una ética. Ningún partido en este país puede mostrar un comportamiento como el que ha tenido BR en 45 años de existencia. NINGUNO. Porque mientras hay partidos que son visto como de «izquierda» pero que niegan ser revolucionarios, niegan el socialismo, pero se disfrazan de tales, se hacen llamar «radicales», mientras reproducen las formas de dominación de esta sociedad injusta e inhumana, mientras difunden valores del «cuanto hay para eso», mientras mercenarizan y mercantilizan la política, Bandera Roja se ha mantenido y se mantiene incólume en sus principios. Por eso es que la atacan, por su coherencia. Por eso es que han asesinado a cuadros y militantes que comprendieron que ser comunistas, ser marxistas, ser de Bandera Roja no es un juego. Significa comprender la necesidad de la transformación por encima de su propia comodidad, de sus propios intereses y de su propia vida.
‎Hay militantes que han recibido ofrecimientos de este régimen, del chavismo. También han recibido ofrecimientos de «opositores», para que se alejen de BR, para que se aparten de sus filas. Este gobierno me ha ofrecido cargos, plata, prebendas. También me lo han ofrecido empresarios, burgueses. Y todos los he rechazado. Porque me mantengo firme en mis principios. Firme en el sueño de una transformación real y de fondo de mi país y el mundo. También me han ofrecido ser agente de un gobierno extranjero, que también se disfrazó de revolucionario. Hablo del gobierno cubano. Dólares, viajes, comodidades ofrecieron. También lo rechacé. Y eso me hace sentir muy bien. Porque mis dos hijas tienen en mi un ejemplo de coherencia y rectitud. Es mi mejor legado para ellas.
‎Hay otros camaradas que han soportado torturas. Muchos de ellos aun se mantienen en BR. No delataron, no dijeron nada. No renegaron de su posición política. Esos hombres y esas mujeres son imprescindibles, porque a pesar del sufrimiento del que fueron víctimas, se mantienen firmes al lado de la revolución socialista y de Bandera Roja. Esa es la ética que reivindico. La que mostraron los camaradas caídos en Cantaura. La que mostraron los sobrevivientes de esa masacre cuando le perdonaron la vida a soldados que poco antes habían disparado contra ellos y habían asesinado a sus compañeros del FAS.
‎Estar en BR es un acto voluntario. Salirse de BR también. Quien se va, se lleva mucho, más de lo que cree. Se lleva una ética y una cultura que ha hecho historia en Venezuela. Pero también debilita a la única organización que honestamente quiere transformar esta sociedad. Y eso fortalece a la burguesía, a esa clase social que se disfraza de muchas formas: de radicales, de socialistas, de revolucionarios, de gente de cambio y de otras cosas más para reproducir el capitalismo. En algunos casos quienes se van se convierten en enemigos de la revolución. En otros esperan oportunistamente que se «ponga de moda» la revolución. Los más, medran del sistema, se acomodan, se embarran en el lodo de la ignominia, de la dominación, en eso que llaman «cuotas de poder». Otros se apartan para dedicarse a sus vidas, ser «normales». A todos ellos que les vaya bien. Seguramente los veremos cerca cuando el pueblo tome venganza dando bienestar a todos, o cuando la revolución esté a la vuelta de la esquina. Y los recibiremos, con los brazos abiertos lo haremos. Pero no olvidaremos. Nunca olvidaremos. Perdonaremos, más no olvidaremos.
René Cedillo Rojas
revolucionario
militante de Bandera Roja
miembro del CPN y del CPR Caracas
ex Secretario General de BR Lara
ex diputado ante el Consejo Legislativo del Estado Lara
ex dirigente estudiantil de la UCV
 
agosto 2015

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