Cese a la Usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, son las tres frases más usadas por la dirigencia política opositora venezolana en los actuales momentos y las que más llenan de esperanza a la inmensa mayoría de los venezolanos. Responden ellas a tres momentos políticos que, se espera, han de conducirnos a la derrota de la tiranía y al encuentro con la democracia. Pero, más allá de su reiterada repetición y de su apropiación por parte de las masas, ¿cómo se le da concreción a esta ruta?

Antes de dar respuesta a la interrogante planteada, conviene hacer un balance de lo que hasta ahora se tiene en favor del cambio político y lo que tiene el régimen que se resiste a ser desplazado del poder.

Las fuerzas democráticas tienen de su lado una dirección política nucleada en torno al Frente Amplio Venezuela Libre que, no obstante las naturales diferencias que existen entre sus actores, se ha fijado como propósito firme salir de la dictadura. Tienen el respaldo mayoritario de la comunidad internacional, liderada por USA y la Unión Europea y, especialmente, tiene el decidido y mayoritario respaldo de un pueblo declarado en rebeldía frente al régimen, que recobró las esperanzas y se muestra dispuesto a luchar por su libertad.

La tiranía cuenta con una dirección política llena de profundas contradicciones, pero unificadas en torno a la necesidad de seguir preservando el botín que, como mafias, han estado saqueando, suma a su favor la posición de algunos países liderados por Rusia y China, y cuenta con un escuálido respaldo popular que se resiste a perder las migajas que la tiranía le ofrece.

Las Fuerzas Armadas Nacionales que, aunque el régimen las cuenta a su favor, son, a semejanza de lo que ocurre en el país, un hervidero que seguramente estallará en los próximos días, especialmente de cara a la avalancha humanitaria que se anuncia para el 23 de febrero, a propósito de la inminente entrada de la ayuda humanitaria, dejando desnudo al alto mando militar en su pretensión de seguir sosteniendo al régimen.

Este balance esta matizado con los intereses que se derivan de preservar o sumar las riquezas venezolanas al dominio de los países imperialistas, siendo necesario subrayar que la fidelidad de China y Rusia, por ejemplo, es con aquel que brinde garantías para sus negocios, sea quien sea.

Hechas estas consideraciones retomemos la interrogante ¿cómo se le da concreción a esta ruta? A pesar de que se han tomado decisiones de gobierno, bajo la responsabilidad del Presidente interino Juan Guaidó, estamos en el momento del CESE A LA USURPACIÓN, caracterizado por gigantescas movilizaciones populares, expresión de una nueva rebelión democrática que el 23 de febrero seguramente volverá a la calle bajo la idea de presionar para la entrada de la ayuda humanitaria, pero que ha de servir para que se la dirección política nacional, con Guaidó a la cabeza, anuncie el inicio de una HUELGA GENERAL NACIONAL INDEFINIDA, hasta que el tirano se vaya y cese la usurpación, que será la mejor ayuda humanitaria que Venezuela pueda recibir. Esto ha de estar condimentado con la multiplicación de las asambleas populares y, particularmente, con la organización del pueblo para afrontar con éxito la ruta de la transición.

El momento del GOBIERNO DE TRANSICIÓN ya tiene Presidente, corresponde entonces que, una vez cesada la usurpación, se constituya de manera formal, estableciendo comisiones de enlace para asumir el control de los ministerios y entes públicos dependientes del ejecutivo nacional, además de continuar y completar el nombramiento de representantes ante las diversas naciones y organismos internacionales. La constitución del gobierno de transición ha de ser el resultado de la más amplia e incluyente unidad, procurando que todas las expresiones políticas y sociales se sientan representadas, y que ello dé un piso solido de estabilidad en la delicada función de conducir los destinos del país en un periodo de transición que, por otra parte, ha de ser de un año por lo menos, para cuyos efectos se han de tomar decisiones en la Asamblea Nacional que le den soporte constitucional.

Las ELECCIONES LIBRES, como tercer momento, seguramente se darán en el contexto de una recomposición de los poderes públicos, especialmente del poder electoral y del poder moral, de una depuración del registro electoral, así como de la separación del aparato del Estado del proselitismo partidista, brindando garantías para la realización de elecciones libres. La unidad que hará posible la transición, debiera prevalecer para construir una poderosa alternativa electoral, capaz de asestar una aplastante derrota al chavismo y, especialmente, de impulsar la reconstrucción nacional sobre la base del aprovechamiento de las capacidades productivas y el talento humano del que se dispone, para llenar de bienestar y progreso a la mayoría inmensa de los venezolanos.

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