La circunstancia venezolana resume esa combinación propia del teatro griego, tragedia y heroicidad. Lo que da para muchas cosas. De eso se vale el Gobierno para mentir de la manera más descarada, en medio de un cerco mediático muy propio de las dictaduras. Es que día a día se presentan episodios difícil de ser soslayados. Bien porque se trata de eventos inéditos. Bien porque la lucha da pie para que aparezca uno que otro acto de valentía inédita en su forma individual o colectiva. Sin embargo, en medio del barullo armado por la rebelión democrática, se afianza la disposición de la gente de salir del régimen. Ambiente que permite elevar la conciencia, sobre todo para dibujar un mundo mejor. Sin embargo, no faltan los vacilantes y quienes aprovechan para tergiversar muchas cosas del presente para cuidarse su propio futuro.

No puede, por tanto, faltar el anticomunismo. De manera exprofeso, uno que otro intelectual burgués aprovecha la circunstancia para meter la cuña anticomunista, al punto de que tiende a ser virulenta la cosa. Eso preocupa, aunque es natural. Preocupa ya que siembra temor entre quienes se identifican con esa perspectiva. Le resta fuerza al movimiento, confunde, tumba puentes en vez de construirlos hacia aquellos sectores descontentos del chavismo que creyeron en algo la fraseología de marras. Identifican la alternativa frente al revisionismo chavista con posiciones fascistas, sectarias, anticomunistas pues. Luego, se alejan.

Parecen conjugarse ignorancia en relación con el concepto de socialismo y comunismo, con la clara supina intención de atacar al comunismo, dando como resultado las más absurdas ideas acerca de su supuesta «realización» en Venezuela.

De allí que terminan por favorecer al régimen. Saben que nada tiene de socialista el chavismo. Mucho menos de comunista. Que siempre han estado interesados en que sean así tildados puesto que fue su mejor camuflaje. Ubiquemos que el revisionismo es apenas de palabra socialista. De hecho, es capitalista. Pero, habida cuenta de que la palabra socialismo supone una idea de justicia e igualdad, lo que es una aspiración natural de la gente, saben de su eficacia política. Mientras, realizaron la política que demanda el capital financiero, al punto de darle rango constitucional a aspiraciones como el igual trato a los capitales establecido en el artículo 301 de la Constitución bolivariana. Qué decir de los artículos que fuerzan al equilibrio fiscal mediante deuda pública. Así, todo el capítulo II de la Constitución forma parte de tales demandas de la oligarquía. Más nítido todavía resultan los acuerdos de doble tributación que eliminan el principio de territorialidad para el pago de impuestos, dizque para estimular la inversión extranjera.

La política económica es de corte clarísimamente liberal como para llamarlo comunista. Eso de los controles y las expropiaciones no son contrarias a los principios liberales y sobran experiencias y ejemplos. En el primer caso, apenas son medidas que garantizan la demanda para el producto importado y destruyen el aparato productivo interno para dar cabida al importado. Igual sucede con las expropiaciones, solo que se agrega que termina siendo un mecanismo de chantaje a los productores nacionales. Pero nada de eso es comunismo ni socialismo.

Suponemos que la eficacia política puede ser cuantificada. Se habrán percatado que el anticomunismo no rinde lo que esperan. Sin embargo, parece realizarse el cuento acerca de la naturaleza del alacrán. A lo cual debemos sumar que para la reacción nunca es malo el combate al comunismo, sobre todo en situaciones de crisis revolucionaria como la que vivimos.

Vale recordar, en medio de esta atención dos episodios históricos de magnitud mundial. En la guerra civil española ─ que representa a nuestro juicio un hecho histórico cuyo desborde de pasiones es expresión de ese espíritu español que tanto incidió en el nuestro, el latinoamericano ─ se resume una expresión de lo que queremos evidenciar. Para aprovechar darle por mampuesto al comunismo, ingleses, franceses, entre otros, se hacen la vista gorda ante el golpe de Estado franquista. Igual hicieron en el más grande episodio del siglo XX, la segunda gran guerra. Esperaron hasta el último momento a que los nazis llegaran a Moscú. Luego, ante la contraofensiva soviética se apresuran a llegar a Berlín. El reparto del mundo era un tanto más primitivo. Menos sofisticado. A fin de cuentas, preferían que los nazis destruyeran el régimen soviético para ellos sacarlos luego. Por eso tantas vidas les costó a la URSS esta guerra a la espera del segundo frente.

Por supuesto, hacen gala los anticomunistas de todo el andamiaje axiomático del pensamiento económico más reaccionario, mismo que ya comienza a girar en la búsqueda de nuevos relatos habida cuenta del camino que comienza a transitar buena parte del mundo capitalista. Ahora es China el principal defensor del libre mercado. Mientras Trump reivindica la protección. Circunstancia que conduce a que deban de hacer esfuerzos en aras de nuevos discursos apologéticos en favor del Capital y el proceso de acumulación. Se hace creativo el pensamiento económico en favor del capital estadounidense. Los nuestros deberán esperar el mensaje desde los centros del poder mundial a ver cómo se acoplan.

En buena medida eso explica que quienes hacen más gala de anticomunismo, por cierto, son muchos de quienes transitaron algo de ese camino en su juventud. Tránsfugas les dicen. O renegados. Van juntos. Son los primeros en asimilar los nuevos discursos. Se convierten en los más furibundos defensores de las nuevas ideas, siempre dentro del anticomunismo.

Son tiempos de unidad para dirigir nuestros más caros esfuerzos para alcanzar la meta de salir del chavismo. El dilema está en que, en medio de la demanda unitaria, no podemos dejar pasar un aspecto de la política que frena su construcción. Que por el contrario, la mina. La unidad y la firmeza en los principios son la garantía para alcanzar el objetivo de la rebelión democrática. Asimismo, pintar un futuro mejor supone develar a quienes buscan llevarnos por el camino de los griegos y sus tragedias y no precisamente las de Esquilo. Esos que se esconden tras el anticomunismo para presentar la dogmática liberal como alternativa.

Millones de venezolanos nos hemos sumado a la rebelión. Millones nos hemos sumado también en la lucha por un mundo mejor. Con más democracia y amplitud, donde sean respetado los derechos humanos y el desarrollo nacional. Por estar el anticomunismo detrás de las políticas antinacionales, poca cabida tienen en la rebelión.

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