Venezuela pareciera, en la actualidad, el escenario de un ambiente deprimente. La crisis económica, social y política es una violencia que marca, que deja consecuencias. El fraude constituyente revela el monstruoso nivel de descomposición de la dictadura, es supremamente inmoral la cifra de votos que se atribuyen. Todos, léase bien, todos, sabemos que es una repugnante mentira, sus cifras son tan absurdas que en lugar de desmoralizar al pueblo venezolano lo llenan de certezas. Es la corroboración de que esta farsa que engañosamente llaman socialismo, es un régimen de mafias, este nuevo fraude es la prueba más irrefutable de sus patrañas.

Lo agobiante se ha hecho cotidiano en la vida de los venezolanos, excepto en la de aquellos que constituyen las mafias gobernantes, que tienen todos los privilegios y que pretenden coronarse con esa tramoya que llaman Asamblea Nacional Constituyente. Vivir en estos momentos en Venezuela puede sentirse como una experiencia extrema, sobrecargada de estrés, traumas, rabia, miedo y lo que es peor, en muchos casos de desesperanza. Indudablemente, se desconocen cifras de trastornos psicológicos en Venezuela y si las hubiese, estarían sobremaquilladas por el gobierno, disfrazadas para la farsa, para decir que todo está sumamente bien, que todos somos muy felices, que estamos bailando salsa y celebrando en la Plaza Bolívar. Los venezolanos sabemos que la realidad es otra, muy cruda, muy violenta, el impacto psicológico pareciera despiadado. Los riesgos psicosociales han aumentado alarmantemente, las condiciones capaces de desencadenar trastornos, recaídas o episodios patológicos en relación con la salud mental abundan, pero también abundan quienes se levantan, quienes el hambre no los reduce, quienes se arman de futuro y combaten el presente. Ante todo infortunio siempre es posible rebelarse, encontrar salidas, y contribuir a que las cosas cambien, confiar en el poder y la fuerza de la gente unida. Trabajar por un objetivo, es una vivencia que marca una gran diferencia, en el que la entrega, el compromiso, el aporte son proporcionales a la satisfacción de formar parte de algo grande, de algo histórico en beneficio de todos,

Si bien es cierto que la salud mental de la población ha estado en riesgo, (no sólo porque los pacientes psiquiátricos no consiguen medicamentos, sino porque a la destartalada estructura del sistema de salud, hay que sumarle el incremento de trastornos por ansiedad y depresión, o más sutil el desánimo) también lo es que los seres humanos se levantan contra lo que los minimiza, los pueblos se levantan contra aquello que los oprime y el pueblo es la gente, las personas, somos tú y yo unidos, somos nosotros. Podemos sucumbir ante el fraude, ante la represión, dejarnos aplastar por la dictadura, pero todo indica que no será así,  estos más de cien días de rebelión democrática han demostrado el temple del venezolano. Si el fraude constituyente confirma la putrefacción de la dictadura, antagónicamente las luchas que se han librado en todos los rincones del país comprueban que somos un bravo pueblo decidido a todo por derrocar la dominación de la tiranía, decidido a todo por conquistar una nueva democracia. Vamos a encontrar nuevos caminos y a poner nuestro potencial innovador para poner en marcha diversas formas de lucha, estaremos mas unidos, mas combativos, más firmes y decididos.

Todos los venezolanos compartimos una cotidianidad agobiante que la tiranía no va a resolver. No conseguir alimentos ni medicinas o no poder adquirirlas debido a precios exorbitantes. Sentir cómo se mengua vertiginosamente la calidad de vida de la familia, como el salario no alcanza ni para sobrevivir. Niños en la calle, famélicos, deformando su niñez en la crudeza de una plaza, frente a los cuales se siente una mezcla amalgamada de dolor y miedo. Temer permanentemente por la vida, ante una inseguridad que se multiplica sin coto, sin justicia, impune. Estar enfermo y que el sistema de salud, disponga de nada, estar sin medicinas, sintiendo el peligro por la salud mermada. Soñar con un país diferente, anhelar un cambio, mientras se siente subyugado por una dictadura que pretende eternizarse en el poder, que reprime brutalmente, que mata, detiene, abusa, invade, puede desanimar o puede proporcionar una fuerza indoblegable.

Todas estas experiencias, altamente estresantes, en las que el ciudadano siente la furia de la violencia del estado y puede temerse vulnerable, impotente, pueden ser condiciones que atenten contra la salud mental de todos. Pero no nos vamos a dejar, lucharemos y nos alzaremos tanto social como individualmente para no caer en las fauces de la dictadura, no permitiremos que ésta doblegue nuestro espíritu. Al que decaiga lo levantamos, al que flaquee lo fortalecemos, al que dude le demostramos con hechos porque hay que confiar. Es el momento de tener un propósito trascendente, de dejar las vacilaciones, es el momento de la confianza, de activar todos los recursos disponibles, de mirar a cada una de las personas que amas y decidir su futuro, es momento de ser motor de la historia y cambiarla, de proponernos un nuevo gobierno, de justicia y unidad, es momento de dedicarse a hacerlo posible.

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