El proyecto minero en Venezuela va parejo al desarrollo de las nuevas tecnologías. De nuevos instrumentos de trabajo y medios de producción, al desarrollo de la industria de nuevos materiales, de nuevas fuentes de energía. A ese proceso inexorable de desarrollo de la composición de los capitales en las grandes potencias, principalmente. Eso es lo que permite competir en mejores condiciones. De allí la apetencia por las materias primas en esta zona del Arco Minero del Orinoco (AMO). No es cualquier cosa el proyecto. No creemos que se trate de una empresa de mera raigambre nativa. Se trata de un asunto internacional en el marco de la pugna interimperialista por la hegemonía mundial.

Se trata de un proyecto, el del AMO, cuyas pinceladas las dibujó Rodolfo Sanz, en un artículo publicado el 11 de enero de 2016, titulado “Contribución para el salto económico”. Con jerga socialista, hasta cita de Marx mediante, reitera el método del engaño. El boceto en cuestión es una recreación de un proyecto cuyas raíces para nada son nacionales. Ya Hugo Chávez, en 2012 fue quien anunció la perspectiva. Imbricado a este proyecto encontramos el convenio y realización de la elaboración del mapa minero de Venezuela entregado por Chávez a la empresa china Citic Group, en febrero de 2012. Su actualización fue otorgada por Maduro a Rusia en diciembre de 2018.

Sería una ingenuidad pensar que este proyecto nada tenga que ver con China y Rusia. Que no haya salido de los estudios adelantados por ambas potencias. Las letras de Rodolfo Sanz representan el cumplimiento de una tarea asignada por quienes cuentan con la capacidad de exploración y explotación, así como la imperiosa necesidad de los recursos que se hallan en el subsuelo de esa inmensa región, un tanto más grande que el territorio cubano.

Una vez más debemos recrear la afirmación según la cual se trata de elementos fundamentales de la economía moderna los que se encuentran en esta región. El oro luce como el metal más codiciado por las grandes economías. No se trata para nada de un asunto estético. No es la belleza de su brillo lo que atrae a chinos y rusos, alemanes y estadounidenses. Es su valor. Es su condición dineraria. Valor de reserva, de equivalente universal, de factor que permite atesorar. En medio de la guerra de divisas, su posesión resulta fundamental. Cuestión que se hace más aguda cuando el declive del dólar frente al yuan es cada vez más claro. Frente a la guerra de divisas pues.

El coltan es fundamental en la industria moderna. El rodio, además de ser tres veces más caro que el oro en el mercado mundial, son muy pocos los países que cuentan con reservas de un mineral fundamental de la industria automotriz y farmacéutica. Venezuela podría pasar a ser el segundo reservorio mundial de este elemento. El diamante cuenta con las mismas condiciones del oro, aparte de su aplicación industrial en múltiples ramas. A lo cual hay que sumar las reservas de torio, buena parte de ellas concentradas en el cerro El Impacto. Conocido este elemento como la fuente de energía limpia del futuro. China cuenta con un proyecto ambicioso para cambiar su patrón energético de carbón, petróleo y gas por plantas de torio.

Las tierras raras también se encuentran en el Arco. China es el principal productor de estos elementos. EEUU depende de su importación desde el gigante asiático. Venezuela se puede convertir en el corto plazo en proveedor de estos recursos.

Suficientes argumentos como para comprender que se trata de un proyecto estratégico que va más allá del terruño.

Por su parte, el incremento en el costo de producción del barril de petróleo venezolano ha reducido el margen de beneficio de este negocio. Su precio internacional tiende a estabilizarse con tendencia a la baja. La crisis cíclica mundial en desarrollo así lo sentencia. El proyecto de la faja, por su parte, se ralentiza, ya que los precios requeridos para alcanzar una rentabilidad regular se deben ubicar entre 80 y 130 dólares el barril. Eso hace más atractiva la producción de alternativas más gananciosas. Además, el petróleo se encuentra en diferentes partes del planeta, por lo que la disminución de la producción venezolana ha sido cubierta.

Una ventaja de los recursos que se encuentran en el AMO frente al petróleo, al menos el oro, es que la crisis cíclica mundial, retenida a costa del incremento de la deuda mundial, es que su demanda no debería caer, como sí lo hará el petróleo. La guerra de divisas hace que el precio del oro se incremente.

Facilidades para la explotación del AMO

Para facilitar el asunto el gobierno adoptó la fórmula del capitalismo chino de las zonas económicas especiales de desarrollo, una manera de desregular radicalmente las economías en determinados territorios para el rápido desarrollo del capital: impuestos, aduanas, permisos, leyes laborales, restricciones ambientales. Todo y más, se vuela de un plumazo. Con ello, el régimen de mafias, hace de las suyas. En febrero de 2016 con el Decreto Presidencial 2.248 se crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”. También se implanta una zona militar especial. El Decreto establece que quienes se opongan a él, se ubican contra los “intereses nacionales”, por lo que pueden ser tratados como tales y de manera también especial.

Le han sido reasignadas grandes minas de oro del país en esa reserva a Gold Reserve de Canadá, pero con capitales rusos. La misma que había sido sancionada por los daños causados en la reserva de Imataca. Además, se han concretado acuerdos con empresas chinas. Así, cuando Venezuela solicita una reprogramación de sus pagos de deuda con China, entonces, como compensación, es dable que los acreedores soliciten la ampliación de concesiones.

Otros protagonistas en el Arco Minero son las compañías militares. Los militares entran en el negocio en tanto representantes del Estado venezolano. CAMIMPEG es la empresa emblemática.

Corolario de la economía minera

El boom de dólares en la circulación en la economía venezolana, según Ecoanalítica, entre otras fuentes, alcanza cerca de los 3 mil millones de dólares. Mil y tantos millones de euros los acompañan. Entre ambos están muy por encima del poder adquisitivo de los bolívares circulantes, en cuentas de ahorro y corriente, en más de tres veces. Surge la lógica pregunta acerca de su origen. Las respuestas diversas apuntan al narcotráfico, las remesas, la venta de oro, diamantes y rodio. Todos aportan, pero, este es el resultado, principalmente, de la economía minera. El incremento en la producción petrolera también brinda lo suyo.

Así, en menos de un lustro, Venezuela pasa de ser un país petrolero a petrolero-minero. Las evidencias son cada vez más claras, aun sin contar con cifras oficiales. El deterioro ambiental y las transformaciones estructurales en la región son suficiente muestra. Es natural el cambio con base en la grama, unidad monetaria dominante en buena parte de la región.

El desarrollo de la minería no supone un cambio en la condición de país dependiente de Venezuela. Se profundiza, eso sí, esta condición, respecto de China y Rusia. De manera cada vez más exclusiva, se deja la explotación de nuestras riquezas al bloque del este. Lo que no cambia sino profundiza la monoproducción y el extractivismo.

La alternativa para Venezuela es la diversificación del aparato productivo. Contamos con las riquezas, condiciones y fuerza de trabajo para alcanzar la soberanía, revolución industrial mediante. Esa debe ser la aspiración de los venezolanos.

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