Después de los sucesos del 30 de abril del presente año se ha venido evidenciando un reflujo en el movimiento de masas caracterizado por ciertos sentimientos de desesperanza, desesperación y apatía. Tenemos que los rasgos distintivos de la crisis se expresan de distintas formas, destacando:

  • La migración de venezolanos sigue creciendo pese a las limitaciones que imponen los países vecinos.
  • La dirección política que se arroga la conducción para el cambio continua sin atinar con la estrategia acertada para salir de la usurpación.
  • El alto costo de la vida y el colapso de los servicios públicos intensifican la zozobra de la ciudadanía.
  • El incremento de la represión hacia el descontento político y social es un hecho que adquiere dimensiones canallescas al perpetrarse el asesinato por tortura del Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo y el tiro enceguecedor contra el joven Rufo Chacón que exigía junto a sus vecinos, su madre y hermano el servicio de gas.

Estas, entre otras realidades, forman parte de un cuadro que pareciera poco alentador en el momento actual.

Sin embargo, las protestas, aunque dispersas y espontaneas, siguen en la calles por demandas sociales y políticas; el sentimiento de cambio permanece flamante en la gente; la disposición aguerrida de luchar continua anidando en el seno de la ciudadanía; las visibles grietas en el seno de las fuerzas armadas y la descomposición de las mafias gobernantes reafirman la debilidad del régimen; la comunidad internacional sigue asestado golpes duros a la dictadura, que se ven cristalizados en el último informe presentado por Bachelet.

En tal sentido, la coyuntura actual exige de la dirigencia la superación de debilidades estratégicas y tácticas; afinar la unidad de las plataformas unitarias; superar debilidades orgánicas; articular y acumular fuerzas; y fortalecer cualidades existentes. Para que, llegado el momento de la convulsión o el ascenso del movimiento de masas genere el desenlace definitivo de la dictadura.

Son tiempos de desechar las ilusiones, de dejar de esperar que una intervención militar extranjera nos venga ayudar, que los militares nos vayan a salvar o que las mafias van a entregar el poder mediante unas elecciones. Ya el tiempo nos ha dado la razón al respecto. Por ello seguimos insistiendo en que debemos desplegar todos nuestros esfuerzos en impulsar una gran y poderosa rebelión ciudadana y popular concrete el cese de la usurpación.

Desde Bandera Roja seguimos teniendo confianza en el poder creador de las grandes masas de ciudadanos que aspiran un cambio, y que hoy están llamadas a trabajar aceleradamente y prepararse para la lucha, cuyo epicentro de acción es la materialización de un movimiento asambleístico de carácter orgánico que se constituya en un nuevo modelo de poder democrático. Debemos intensificar todas las luchas económicas y políticas para convertirlas en una sola lucha: la lucha por el cambio político. Para lograr este objetivo debemos concretar el despliegue y fortalecimiento de todas las formas de organización y de lucha y cobijarse bajo un programa de reconstrucción nacional y un plan mínimo de emergencia frente a la crisis.

Bandera Roja como destacamento para el combate político, afina sus estructuras y abre sus puertas al contingente de demócratas, revolucionarios y patriotas que aspiran un cambio, para enrumbarnos por las sendas de la lucha por el desplazamiento del poder de la actual camarilla dictatorial.

Bandera Roja, hoy más que nunca reafirma su compromiso de defensa del trabajo, el salario, la escuela, la universidad y los derechos humanos así como de asumir la responsabilidad histórica de convertirse en fuerza alternativa que atienda nuestras deprimidas tierras guariqueñas y de toda Venezuela.

En estos tiempos de desosiego en las sufridas pampas de Guárico, Bandera Roja hace un llamado a nuestros campesinos y productores, intelectuales, profesionales y artistas, a los hombres y mujeres aguerridos a enrolarse a las filas de los combates venideros para definitivamente recobrar la democracia, el progreso y el bienestar social.

Alzar las banderas y disponerse a luchar…
Solo una rebelión democrática dará paso al cese de la usurpación.

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