La expresión ¡vamos bien¡ se convirtió en una suerte de emblema de optimismo para salir de la dictadura. Había quien jocosamente preguntaba, ¿y hacia dónde vamos? Son varios quienes han preguntado en foros, conferencias, reuniones, acerca de cómo definir una estrategia. De cómo, a partir de la unidad, se puede cumplir con este requisito fundamental para atender la política. Más cuando lo que se ha entronizado en las mayorías es la perplejidad, la desconfianza y el escepticismo, aun con el mismo descontento y disposición a la lucha por el cambio de este estado de cosas.

Circunstancia alimentada por la peculiaridad de que las decisiones de la política venezolana, en muy buena medida, son el resultado de la puja de dos equipos. Sus integrantes son diversos. Nacionales y foráneos. De su seno hay quienes cuentan con más poder de decisión que otros. Los foráneos parecen asumir las sentencias. Cosa muy mala toda vez que dependemos de los intereses extranjeros para tomar decisiones que solamente a nosotros nos debía competer.

Por eso, a la hora de analizar la situación nacional, la primera cuestión a abordar, sin duda alguna, es establecer las determinaciones internacionales. No se trata solamente lo que, de suyo, es fundamental: las apetencias de los bloques imperialistas por hacerse de las riquezas estratégicas con las que cuenta Venezuela. También debemos ubicar los nexos que se han establecido en este lapso.

Ya de larga data, los lazos de dependencia tejidos con China han hecho su efecto. Sobre todo, en el campo financiero, de deuda pública y de inversiones directas en áreas estratégicas como petróleo y minería, se tejen los ligamentos. Rusia, por su parte, deja impronta en la rama militar. El cambio de la dependencia conduce a un cambio en la política, más cuando el bloque del este se consolida como hegemónico en muchas áreas.

De allí que busquen a toda costa que la dictadura se quede. El saqueo es compartido con quienes gobiernan. Se reparten el botín. La dictadura toma su parte y los imperialistas se llevan lo mejor, mientras acopla nuestra economía a sus designios.

Todavía resuenan las afirmaciones según las cuales Maduro quería una negociación para irse en sana paz. Afirmaron, junto a lo anterior, que China solamente quiere que le paguen y seguir los negocios en Venezuela con quienes sean. Que ellos requieren seguir recibiendo petróleo y otras materias primas sea del Gobierno que sea. Era un hecho el entendimiento con la oposición. Todo lo cual apuntalaba la salida de Maduro. Sin embargo, las cosas no se dieron de esta manera. Por el contrario, se inscriben en la naturaleza del imperialismo, sobre todo en condiciones de agudización de la lucha por la hegemonía mundial, por el control de mercado y fuentes de materias primas.

Más allá de los avances en Barbados, continuación de Oslo, parece que muchos han cancelado la idea estratégica de la lucha abierta contra el régimen. La perspectiva electoral parece ser la tarea central de los factores de la oposición que negocian bajo la mediación de Noruega. Claro, ubiquemos que Noruega es un pivote que resume intereses más generales, siendo los de Alemania los de más peso. Pero los bloques pujan en este escenario.

A raíz de esta negociación, de la eventual cancelación de la idea estratégica inscrita en la rebelión popular, también queda a un lado la aspiración de algunos por la intervención internacional. Sin embargo, la idea todavía está en boga en algunos sectores. En un evento recientemente realizado donde se discutió este asunto, alguien afirmó, de manera tajante, que la salida no podía ser otra que la intervención internacional. Es más, que eso era un hecho, a partir del informe de Michelle Bachelet. Se basaba, quien hizo esta sentencia, en los mismos argumentos antes indicados, agregando que la dictadura no sale con presión popular, desestimando la capacidad de lucha y sacrificio que han mostrado los venezolanos. También desechan, alguno que otro, que el camino electoral y la negociación está negada como posibilidad para salir de Maduro. Es más, siguen levantando las banderas del cese de la usurpación mediante «acciones heroicas» o de intervención extranjera.

En medio de estas circunstancias y opciones opositoras, incluyendo la rebelión, cabe la pregunta, ¿dónde está la dirección política? De haberse escogido el camino electoral, ¿no hace falta estrategia alguna, más allá de lo comicial? Interrogantes que se encuentran respondidas en la experiencia reciente, en la cual se resume lo del cese de la usurpación y elecciones libres, pero en la cual no se definió una línea clara de conducción del poderoso movimiento de masas.

La carencia fundamental de la oposición durante más de un lustro ha sido precisamente esa, no contar con una estrategia perspicua. De cara a una endeble unidad, labrada a partir del criterio común de salir de Maduro, no se ha avanzado más allá. Además de no haberse definido una estrategia común —que implica el objetivo estratégico en cuestión, de la vía y las formas de lucha en torno de la asumida como principal—, tampoco se ha definido un programa político capaz de entusiasmar al pueblo; las maniobras no han contado con un estado mayor que les saque el mayor provecho. Entre otras, son las cuestiones centrales de una línea estratégica. Carencias que limitan las perspectivas de triunfo.

Por lo que son tareas urgentes a ser asumidas por quienes buscan dirigir las fuerzas del cambio, si de verdad se quiere salir airosos frente a una estrategia chavista claramente definida.

Se desprende de allí otra de las limitaciones opositoras, no tener claridad acerca del momento chavista. Se trata de un proyecto estratégico internacional en torno del bloque liderado por China y secundado, no como subalterno, por Rusia. La minería, sin descuidar el negocio petrolero, resume lo fundamental del proyecto. A troche y moche han adelantado una política que parecen dispuestos a llevar a término, a costa de lo que sea. Las amarras anudadas por el bloque imperialista que busca afianzarse como hegemónico, son muy fuertes, por lo que el chavismo genuflexamente entrega nuestro futuro y soberanía para mantener el poder. Se venden a bandidos nucleares para dar continuidad con el proyecto. No comprender esto lleva, ha llevado, a errores cuyas consecuencias todavía padecemos. Con todo y la debilidad del régimen, su sostén se encuentra en eso. Aunque la cosa no se reduce a ese aspecto. A pesar de la incomprensión o desconocimiento de este asunto, al menos se ha debido definir una estrategia. Más sencillo todavía, al menos se hubiera podido configurar una dirección política.

De allí que el problema no es sentarse a la mesa de negociación. El problema es ir sin una estrategia general. Sin ofensiva política. Cancelando procesos ya avanzados que dejan a las fuerzas populares opositoras en estado de perplejidad. El problema no será el camino electoral. El asunto es asumirlo descuidando un camino estratégico. Además, no contar con las masas, con el descontento popular, es reducir el protagonismo al acto del voto. La gente como espectadora.

En síntesis, una estrategia supone definir claramente el objetivo a ser alcanzado; la vía principal asumida; la combinación de las distintas formas de lucha vigentes en torno de la principal; el aprovechamiento de las contradicciones interimperialistas y las reservas internacionales; el programa capaz de unir a los distintos sectores para alcanzar el objetivo y, a su vez, reconstruir a Venezuela y; por último, la dirección política que va a colocarse al frente del proceso. Abecé de la política.

La economía como peligro

Otra interrogante a considerar, lo que lleva a un análisis riguroso al respecto, es el peso que tiene la economía en la decisión de los venezolanos. Ciertamente hemos de confiar en que el rechazo de la inmensa mayoría de los venezolanos al chavismo, no va a cambiar ante una eventual recuperación económica que, en ningún caso será significativa y mucho menos implicará un cambio en la política.

Se puede producir una leve recuperación en el marco de la estrategia definida de manera firme para llevar el proyecto a término. El desarrollo natural del capitalismo venezolano, de sus potencialidades y de aspectos contingentes como las remesas que envían millones de venezolanos en el exterior a sus familiares, hacen lo principal. Lo cual se articula con la política monetaria tomada por el Gobierno ante la imposibilidad de seguir exprimiendo a los venezolanos con la hiperinflación. La demanda había llegado a tal nivel que ponía en peligro el orden mismo. De allí la conjunción de la dolarización con la política restrictiva de la masa monetaria, reducción del crédito como complemento para que la banca se vea imposibilitada de crear dinero en la escala en que lo venía haciendo.

Erosionado el salario hasta el hambre, la explotación del trabajo humano alcanza una escala mayúscula. Contando con esa ventaja, una leve recuperación de la demanda se convierte en un catalizador importante de la producción de bienes, muchos de ellos, sustitutivos de productos cuya importación se halla frenada. Vendidos ahora a un precio en correspondencia con su valor, le permite al capitalista apropiarse de una elevada plusvalía. De allí la posibilidad de elevar el salario de los obreros. Siguen siendo de hambre, pero mucho más elevado que el que devengan los trabajadores públicos que deberán esperar un incremento de sus ingresos salariales, luego del aumento del presupuesto de ingresos del Estado, recaudación mediante por concepto de impuesto sobre la renta, de negocios diversos, petróleo y minería, manteniendo la misma presión tributaria.

El aumento salarial en la empresa privada unido a las remesas y otros ingresos que han entrado en la esfera de la circulación, han permitido cierta dinamización de la economía, sin variación algún de la estrategia chavista de profundizar la economía extractivista, dependiente del bloque imperialista chino-ruso. De lo cual bien puede servirse políticamente el chavismo frente a la perspectiva electoral.

Todo esto obliga a denunciar la política del Gobierno. Primero que nada, debemos señalar que, en el proceso erosivo de la economía, llevaron el salario de los trabajadores a niveles de hambre que permite llevar la explotación de los obreros venezolanos a los propios del sudeste asiático, de las expoliaciones laborales más elevadas de la economía mundial. Además, que no buscan el desarrollo de Venezuela sino su sojuzgamiento a la división internacional del trabajo que demanda China y Rusia. También, los otros imperialismos buscan esta perspectiva para nuestro país, solo que luchan para que se realice la misma estrategia, pero adheridos a sus intereses particulares.

En cualquier perspectiva de la lucha política, a partir de esta circunstancia, la oposición democrática debe sembrar esperanzas, no solamente la del optimismo en la lucha por la salida de Maduro, sino también de propuestas de recuperación de la economía de manera soberana, hacia la diversificación del aparato productivo y de forma acelerada. Se reconstruye Venezuela solo si se hace sobre nuevas bases, democráticas y de bienestar para todos.

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Tomado de Efecto Cocuyo

Foto: Infobae

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http://efectococuyo.com/opinion/podra-el-chavismo-superar-la-crisis/

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