Ninguna esperanza libertaria se erige sin una actitud ética que respalde la convicción política, la abnegación personal y la templanza del liderazgo. Una actitud ejemplar vale más que cien discursos y señala indudablemente la ruta que todos debemos seguir. Principios aún más valiosos cuando se trata de enfrentar un régimen dictatorial que no escatima esfuerzos en el uso de cualquier treta, artimaña, halago, soborno, chantaje, combinados con la más dura represión, asesinato y tortura, incluso hasta  causar la muerte a prisioneros políticos.

Los bochornosos actos de corrupción de diputados opositores, la compra de voluntades, el financiamiento de colaboracionistas disfrazados de oposición, las concesiones y contratos a líderes partidistas; todas tácticas de la dictadura para quebrar los flancos débiles de la oposición, obligan a depurar las filas democráticas, acerar el liderazgo antidictatorial y valorar aún más la fortaleza de los luchadores sociales y políticos, y de las organizaciones autonómicas de la base de la sociedad. Por principio, actos de esta naturaleza no pueden quedar impunes y deben recibir el merecido castigo político y penal, luego de una justa y transparente investigación de los hechos.

Al presidente Guaidó se le suma un reto que confiamos ataque con la mayor claridad y firmeza este asunto. Mientras reiteramos nuestro apoyo, manifestamos una vez más la mayor disposición en acompañar las iniciativas y tareas para alcanzar el cese de la usurpación.

Estas prácticas del régimen son propias de mafias, y no debe extrañarnos que la corruptora danza de millones de dólares haya tocado a dirigentes que se han alejado del sentimiento popular y que han hecho de la política un modo de vida para usufructuar dineros públicos, que han colocado sus intereses particulares por encima de los objetivos comunes de liberarnos de la dictadura y abrir los caminos del progreso, del desarrollo y de una democracia con mayor contenido de justicia social.

Atender la circunstancia que se agrega no debe conducir a desconocer que el principio básico en la lucha contra la dictadura es la unidad. Por eso, más que nunca hay que fortalecerla. Aprovechemos la circunstancia para labrar una UNIDAD SUPERIOR que, sin chispa de sectarismo, sepa sumar la diversidad de voluntades que enfrentamos a Maduro y su camarilla delincuencial.

Estas fisuras son dolorosas, pues tocan la esencia anímica de quienes debemos ser la esperanza de una nueva Venezuela, pero si confiamos en los “poderes creadores del pueblo”, pronto, muy pronto, la fuerza por el cambio insurgirá con mucho más esplendor, luego de quitar del camino estos estorbos y esas perversidades que se han adherido para frenar y desviar el empuje de un pueblo que lucha por su liberación.

Debemos asumir a plena voluntad, y con la profundidad requerida, la necesidad de ajustes y modificaciones en lo que a dirección política opositora se refiere. La única instancia de poder legítimo existente en el país, la Asamblea Nacional, debe cumplir a plenitud sus atribuciones y contribuir con una real y efectiva dirección política que acierte en la ruta estratégica y en la conjugación de las diferentes formas de lucha. Es tiempo de amplitud de miras y de poner a un lado propósitos, agendas e intereses particulares o partidistas. Las horas oscuras que vive nuestra patria bien merecen una pronta alborada que alumbre el camino para derrocar la dictadura y edificar una nueva democracia.

Comité Político Nacional

BANDERA ROJA (resistencia)

5 de diciembre de 2019

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